domingo, 18 de octubre de 2015

Conociendo a desconocidos

Últimamente he estado usando Amovens, que es una aplicación como Blablacar pero pagando en efectivo después del viaje. Según tengo entendido, Blablacar se ha comercializado un poco y ahora tienes que pagar con tarjeta antes de hacer el viaje y bueno, unas historias de las que no he venido a hablar.

Para ser sincera, la primera vez que me monté en un coche con un desconocido me sentí un poco extraña. Quizá he visto demasiadas películas de miedo sobre jóvenes que son secuestrados y torturados por un encantador desconocido después de haberlos recogido en la carretera. O también puede que me esté haciendo mayor, y que ahora este viendo los peligros que mi madre siempre me dijo y que no quería ver antes. Pero esto también es otra historia de la que no he venido a hablar.

El meollo de la cuestión es que estoy gratamente satisfecha con mis viajes hechos hasta la fecha, aunque sean a penas cuatro. He conocido a gente que me ha parecido bastante interesante, o no, pero cada uno tenía su historia. Esto me hace pensar y darle vueltas a la cabeza sobre el hecho de que a diario, vemos personas y nos relacionamos con personas que no conocemos en absoluto pero cada uno de ellos tiene una vida, como la mía, como la tuya, y a penas somos conscientes de este hecho. Breves divagaciones de una chica con mucho tiempo libre.

Y tras esta no muy elocuente introducción (dar explicaciones nunca ha sido lo mío), voy a contar algunas historias que me parecieron dignas de recordar. Quiero hacer hincapié en que yo siempre escribo en el blog más para mi que para cualquiera de mis seguidores (si es que alguien me lee, más allá de mis amigas cofcofyenaielenacofcof).

-Coche 1.
Esta fue mi primera experiencia, por lo que no sabía que protocolo seguía la gente. Si estaba callada, si hablaba, lo que sea. Descubrí que la gente no suele tener mucho reparo en contar acerca de su vida privada. Esto me hace un poquito feliz por dentro; saber que la gente sigue confiando en desconocidos a pesar de todo.
Eran una chica y un chico. Ambos parecía mayores que yo, y de hecho él lo era.
Él era un muchacho de más de 25 años que solía ir a trabajar a un hospital todos los días, desde aquí hasta allí, todos los días, ida y vuelta. Me parecía bastante asombroso. Luego me pareció menos asombroso cuando me enteré de que seguía viviendo aquí porque estaba compartiendo piso con su pareja, a lo que supuse que su pareja debía de tener un trabajo más estable que el suyo y quizá aquí tenía familia también. Por lo que pasó a parecerme perfectamente comprensible. Me contó una historia que tuvo en las fiestas de un pueblo con su pareja, la cual se estaba mirando en el reflejo de su teléfono móvil mientras unos policías llegaban a desalojar la fiesta y uno de ellos pensó que los estaban grabando. Esto les condujo a una serie de preguntas y respuestas pasivo-agresivas de las que más tarde hizo partícipe a sus amigos en Facebook. Vaya, un lío.
Ella era una chica joven, quizá un año o dos mayor que yo, que estudiaba aquí pero no era de aquí. Vivía en un barrio conocido aquí por sus peculiares vecinos, de ideales liberales y pacíficos (aunque no siempre), perros grandes y lanudos y quizá un par de rastas. He de confesar que no me sorprendió en absoluto al ver el aspecto de esta chica, que se correspondía bastante bien a esta descripción. Sé que no está bien prejuzgar a la gente, pero... no podemos evitarlo en ocasiones.
Ella no habló mucho, no parecía muy interesada en hablar sobre su vida o quizá es que tuviera en mente asuntos más importantes que debatir sobre el tiempo o el estado de la carretera.

-Coche 2.
En este coche conocí a tres personas, de las cuales dos eran pareja pero todos se conocían de antes, de otros viajes. Dos chicos y una chica.
Ellos nos hablaron de su nuevo piso allá donde íbamos. Se acababan de mudar y estaban bastante contentos con el piso. Uno de ellos estaba en paro creo recordar, y el otro trabajaba dando clases particulares en una academia. Hablaban sobre ir a comer a casa de la madre de uno de ellos, y aquí ya desconecté porque no está bien oír de más en conversaciones ajenas que no te conciernen.
No recuerdo bien a lo que se dedicaba ella, pero si recuerdo que venía de viaje, que iba a su casa y que ya había terminado sus estudios hacía tiempo.
Lo que recuerdo a la perfección es una historia que nos contó acerca de una chica que ella conocía. Al parecer a esta muchacha le encantaba viajar sola, de un lado a otro. Se tiraba un año entero trabajando ahorrando todo lo que pudiera para luego irse de viaje a cualquier país. Sola. De mochilera. He de reconocer que me sentí asustada por ella, a pesar de todas las veces que he soñado con hacer lo mismo. Pero todos sabemos que del dicho al hecho, hay un trecho.
Pues resulta que esta chica había decidido aventurarse por oriente medio (Camboya, Tailandia, la India, etc), hasta llegar a una isla perdida un poco de la mano de dios. Cuéntese de esta chica que era bastante curiosa y atrevida, por que lo que quería siempre probar la comida local (obvio) y parece ser que el pescado que cocinaban allí estaba hecho en condiciones no muy higiénicas (obvio también) y la chica pilló una enfermedad bastante grave que la tuvo en cama por una semana, vomitando y con fiebre. Pero mi mayor asombro fue cuando al ponerse en contacto sus amigos con ella, les dijo que no se preocuparan, que cuando tuviera que pasar pasaría, y son cosas que pasan. Ahora viene la parte en la que rebelo que esta chica se negaba a vacunarse de nada cada vez que viajaba.



Y mañana, más.

1 comentario:

  1. Si, alguien te lee. En mi opinión la gente cuenta su vida a un desconocido precisamente por eso, porque no creen que vaya a reencontrarse con esa persona de nuevo, o puede que lo hagan porque les ayuda a desahogarse, porque encuentren divertida su vida, por morbo... quién sabe, puede que hasta mientan al contar su historia, pero eso hace divertidos los viajes, más amenos y entretenidos. No puedo esperar más para saber por qué carallo se negaba a vacunarse la chica.

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