sábado, 18 de agosto de 2012

Experiencias enriquecedoras (parte 1): El Viaje

A penas acabábamos de dejar atrás a nuestro último compañero (él único, buenamente dicho sea, que fue capaz de apiadarse de nuestras almas y acompañarnos un trecho peligroso y esquivo) y el mero hecho de pensar en la travesía que nos aguardaba hacía que nuestros corazones se encogieran.

Caminábamos pausadamente para guardar fuerzas, ya que sabíamos que cualquier cosa podría acecharnos y de un momento a otro tendríamos que echar a correr.

No tardó mucho en llegar la oscuridad, dejando atrás el dulce cobijo de la luz (aunque fuera simple alumbrado público). Pasamos cerca de lo que parecían ser unas tierras baldías y muertas, cercadas por un alambre grueso y su correspondientes valla. Cada vez la luz se iba quedando más atrás y el viento ululaba suave. Las hojas secas rozaban el suelo y se metían entre nuestros pies.

Un ruido desconocido nos asaltó.

-¡Ay que ha sido eso! -dijo mi compañera de ojos grandes y pelo castaño.

-No sé -dije yo sinceramente.

-¿Y por qué tengo que estar yo aquí justo al lado de esto? Ponte tú -se quejó mientras me agarraba del brazo y me ponía al lado de los matorrales de los que había salido el ruido.

Seguimos andando por la oscuridad en silencio, solamente acompañadas del <<fiummm>> de los coches que pasaban a escasos metros de nosotras.
Otro ruido desconocido asaltó nuestros corazones, esta vez más cerca.
Nos apretamos la mano instintivamente.

-¿Qué es eso? Pon música por dios, pon música -me pidió mientras me miraba suplicante.

Cogí el móvil y puse una canción al azar.
De repente escuchamos feroces aullidos que provenían de la oscuridad más cercana.

Apretamos el paso.

domingo, 17 de junio de 2012

Long Tales III

Cuenta la leyenda que hace muchos muchos años en el idílio de dioses del inframundo, se estaban corriendo una buena juerga. Sus largas cabelleras rojizas y brillantes parecían tener vida propia. Danzaban de un lado a otro enredándose en todo lo que se aproximaba.
Arcania, madre de todos aquellos seres vigilaba desde su trono de llamas toda la fiesta. Estaban celebrando la mayoría de edad de su última hija. 
Cuando un ser del Averno cumplía los 250 años se celebraba una gran fiesta la cual significaba que tendría que dejar de corretear por el mundo mortal gastando bromas pesadas a los humanos para asumir un puesto de responsabilidad entre los fuegos del infierno. Estas responsabilidades abarcaban desde dirigir y contabilizar las almas y sus castigos eternos, hasta pinchar con un tridente a los más testarudos.

Pero la hija de Arcania era un poco tonta. Ella no servía para labores tediosas y cuando se le ponía el tridente en la mano no podía ni levantarlo y siempre lo dejaba abandonado en alguna esquina.
Lo único que ella quería eran aventuras amorosas y fiestas. Su madre la odiaba por ello. Pensaba que era su hija más inútil a pesar de haber puesto en ella muchas expectativas debido a que su melena brillaba más que cualquier otra, incluso cuando era pequeñita.
Lo que Arcania no sospechaba era que desde temprana edad su hija ya había decidido basar su vida en rendir culto a su físico, así que en vez de corretear gastando bromas pesada a los humanos como los demás niños, ella se dedicaba a robar champú y acicalarse diariamente. Por eso lucía una melena con un brillo rojo intenso.

Como iba diciendo, en medio de toda aquella fiesta de encontraba la hija menor de Arcania, ebria de felicidad (y de lo que no es felicidad) por ser el centro de atención de todo el mundo.
Cuando su madre no miraba y en un acto de imprudencia, abandonó el Averno para aventurarse al mundo superior. Emergió de entre dos peñascos situados en lo más profundo del bosque más lejano de toda civilización. Pero el caprichoso azar quiso que se encontrase con un apuesto muchacho que se había perdido buscando comida. En realidad no era tan apuesto, pero en esos momentos a ella le dio igual. Se abalanzó sobre él como una leona en celo.

No se volvió a saber más de ella hasta los tres días posteriores, cuando cansada ya de juegos lujuriosos bajó a su hogar.
Su madre no imaginaba lo que había pasado hasta que tras 6 semanas (que era lo que tardaba en desarrollarse en embarazo en aquellas criaturas) pudo comprobar ella misma que su hija más inútil estaba embarazada. Arcania estaba furiosa. Ningún otro ser del Averno estaba diseñado para tener descendencia, sólo ella. Se trataba de una infamia atroz y ella lo tomó como un insulto hacia su persona. Ella era la Madre y su fertilidad la hacia única y especial. No podía tolerar que alguien tratara de igualarse a ella, y menos una cría inútil e idiota.
Arcania no tuvo más remedio que expulsar a su hija de aquel paraíso infernal. Su destierro era permanente, para ella y para toda su descendencia a la que ilegitimaba de alma tanto mortal como divina.

Como ya podréis imaginar la hija de Arcania tuvo que vagar sola por el mundo mortal con sus retoños. Un día fueron lo suficientemente mayores como para contarles toda la historia, y así comenzó alimentar su odio hacia las criaturas del infierno.

Pronto descubrieron que las almas que no disponían podían robarlas a otros humanos. Cada vez que robaban una, una pequeña manchita marrón adornaba su rostro.


Y esta es la historia de de dónde venimos los pelirrojos y por qué tenemos pecas.


Para siempre.


sábado, 3 de marzo de 2012

Cuentos II


Ya está oscureciendo, y mira al techo buscando respuestas.
-No sabes lo que quieres
-Sí lo sé
-Demuéstralo
-Quiero ser feliz
Él bufa.
-Estás loca
-Sólo soy una soñadora
-Pues que no se enteren allá fuera, o te matarán
Suspira y desvía la mirada.
-Nunca me haces caso.-insiste.
Él chasquea la lengua
-Mírate. Estás loca, los gatos no hablan.
-Cállate.-dice desesperada.


Cuentos I

Se le pusieron los ojos azules de tanto mirar al cielo.


lunes, 20 de febrero de 2012

El hipster del pelo rizado y las gafas de pasta


Él estaba sentado como de costumbre en una de las mesas de la cafetería de la facultad, jugando, como de costumbre, al póker.



Eran las 12:30 y Ricardo iba perdiendo. Tenía las peores cartas de la historia y se encontraba frustrado.
Miró por encima de sus gafas de pasta a todos sus compañeros. Maldita panda de buitres, vienen a gonorrear jamón a mi casa y ni siquiera tienen la educación de dejarme ganar.

-Lo siento tíos, pero hoy no me encuentro inspirado. -Richi se levantó dejando caer perezosamente las cartas sobre la mesa.

Sin mirar atrás y maldiciéndose por su desastrosa partida empezó a andar sin un rumbo fijo. Todavía escuchaba las burlas de sus amigos por haber abandonado. Mierda, esto repercutirá significativamente en mi reputación de hipster… Bueno, siempre me quedará pasarme las noches en vela buscando vídeos musicales en Youtube que nadie, salvo yo y su uploader, conoce.

Sumido en sus pensamientos de bohemio, Ricardo se fue alejando de la zona conocida y se aventuró sin saberlo a unos páramos poco transitados.
Cuando levantó la vista estaba ante una puerta entreabierta y con unos apuntes desparramados sobre el suelo. Infinitas fórmulas de campos magnéticos y pequeñas anotaciones ilegibles estaban estampadas en los folios, que seguían un rastro escaleras abajo tras la puerta.

Como Richi ya le había dado de comer a su gato esta mañana, no tenía prisa por volver a casa, así que se aventuró a bajar las escaleras.
Estaba recorriendo pasillos estrechos y únicamente iluminados por bombillas de bajo consumo que parpadeaban haciendo un ruido extraño.
Murmullos llegaron a los oídos del chico, y conforme iba avanzando más, los murmullos se iban haciendo más audibles.

Pero quítale primero los brackets, que luego se mezclan con la carne, la gente se los traga y vienen a quejarse de que no “deshuesamos bien al pollo”.

Inquietantes palabras que se colaban por debajo de una puerta de acero, que dejaba pasar también una luz blanca. Ricardo no sabía cómo interpretar eso. Lo primero que se le vino a la mente fue que tal vez serían unos frikis a los que habría pillado in fraganti en una partida de esas de rol infinitas y raras que ni sus participantes llegan a comprender del todo.

Abrió despacio la puerta. Y lo que se encontró allí, poco tenía que ver con lo que había imaginado.
Había dos hombres, vestidos con atuendos típicos de carniceros, sujetando cada uno una pierna sobre un triturador de carne. La máquina era silenciosa, eso sí, que por algo se encontraban en la facultad de ingeniería; e iba haciendo una pasta con la carne que se le ponía encima.

A Ricardo le brillaban los ojos bajo sus gafas de pasta. Era todo tan de película gore de clase B. Estaba claro que a los estudiantes más despistados de la universidad los atraían hacia ese lugar para convertirlos en comida. Oh dios, cuánto daño a hecho la crisis en este país. Ni para una comida decente tenemos.

Podría hacer un guión de esto, y se haría millonario, se compraría un jet privado y tal vez un juego de té, y un refinado monóculo, sin faltar un bonito sombrero de copa.

Saliendo de sus ensoñaciones y muy convencido de su plan, se dirigió decidido hacia los dos carniceros, con tan mala suerte que justo en ese momento alguien al otro lado de la habitación llamó su atención y salieron disparados, desapareciendo tras una mampara que sólo dejaba entrever unas pocas sombras.
Fastidiado por este hecho, Richi se puso a inspeccionar aquello.

Observando las paredes cubiertas por azulejos mugrientos, descubrió una nota que rezaba lo siguiente:

“Hoy toca guiso de patatas con carne, es decir, los de Telecomunicaciones. Mañana tocará, zorza (carne en salsa), es decir, los de Ingeniería Informática. ATT: el Decanato”

Richi soltó un bufido. La zorza debería hacerse con la carne dulce y suculenta propia de los de su grado, y no con los freaks de Ingeniería Informática. Esto era un insulto. Raudo como el viento se apresuró a tachar el guiso y poner la zorza en su lugar.

Unas pisadas lo sorprendieron y a penas le dio tiempo a girarse y esbozar una de sus sonrisas más encantadoras.

-Vaya, parece que hoy vamos a hacer una ración más extra. –uno de los carniceros se frotaba las manos.

En ese momento, Ricardo cogió una calculadora Casio que estaba abandonada en una encimera y la tiró con rabia hacia sus atacantes, con tan buena suerte (mala para los otros) que se abrió la tapa y ésta y la calculadora les dieron de lleno en la cara.

-¡¡Estoy demasiado bueno como para desperdiciarme entre guisos y purés!! ¡¡Nunca me cogeréis!! ¡Probad con los Erasmus, quizá tengáis más suerte! –y salió presto de la habitación, apareciendo tras la mampara en la cocina de la cafetería. Por una pequeña ventana podía ver a sus compañeros aún.

Entre tanto brinco y alteración. Las sartenes empezaron a rodar estrepitosamente por el suelo.
-¡¡Jamás!! ¡Esta cocina es puramente ibérica, y ningún gabacho mancillará mis platos!
Todo tipo de cubiertos de madera y metal empezaron a volar sobre la cabeza de Ricardo, intentando darle caza.

En uno de sus movimientos desafortunados, Ricardo dejó caer un bote de alcohol sobre los fogones encendidos. Una llamarada tremenda lamió las paredes y el techo de la cocina.
En pocos segundos, todo aquello ardía en llamas.

Aprovechando la distracción, corrió tanto como sus piernas se lo permitieron lejos de aquel infierno, consiguiendo ser así el único sabedor de ese monstruoso secreto, ya que se había asegurado de cerrar bien la puerta de la cocina antes de salir.

Pronto el fuego calcinó más de media cafetería, y entre los gritos despavoridos de los estudiantes y la alarma de incendios, Richi susurró para sí:

-Genial. Y ahora, me marcaré un bailecito triunfador.


viernes, 10 de febrero de 2012

La chica que miraba fijamente a los semáforos


Cuenta la leyenda, que en un reino no tan lejano como pueda llegar a imaginarse, vivía una chiquilla de cabellos color azafrán y sueños color esmeralda, que tenía la capacidad de cambiar los semáforos a su antojo.


Decíanle a menudo que no era más que mera casualidad, pero ella sabía y era plenamente consciente de que no era así.

Todo comenzó cuando un venturoso día de invierno llegaba tarde a sus clases de Fundamentos en contra de las leyes en contra de lo políticamente correcto. Detuvose ella, frente al viejo y marrón edificio en el que recibía clases, a la espera de que el antojoso semáforo se pusiese en verde para los peatones. Ofuscada como ya venía del breo hogar, donde ya había tenido jarana con su progenitora, fulminó con la mirada aquella luz irritantemente roja.
No pasaron más que unos segundos cuando la luz verde que daba paso a los vehículos, tornaba ámbar para finalmente culminar en roja.



La chiquilla no dejó entrever su asombro ya que al ser la primera vez, y así, tan de repente, sin anestesia ni nada, su mente no concebía que aquello fuese causa de su fulminante mirada al pequeño y pixelado hombrecito coloreado en rojo.

Pero más adelante, cuando este hecho se repetía constantemente, no pasaba desapercibido entre los demás viandantes. En poco tiempo pasó a ser denominada como “la chica que miraba fijamente a los semáforos”.



Y así es como concluye la breve pero fascinante historia de la chiquilla que cambiaba el color de los semáforos a su antojo.



domingo, 5 de febrero de 2012

Cuando el horizonte se vuelve borroso

Sus ojos cristalinos miraron al infinito. No podía creérselo.

-Entonces, ¿es verdad? Hay otra.

Él no quiso mirarla a la cara, bajó la mirada hacia sus zapatillas y asintió.

-Podemos seguir siendo amigos.

Una risa amarga se dibujó en sus labios. Amigos. Cómo puedes limitarte a abrazar a aquella persona con la que has compartido los momentos más íntimos. Mirarla de lejos y reprimir ese impulso de lanzarte a su boca.

-No podemos ser amigos.

Un silencio interminable se interpuso entre los dos. La idea de que aquello había terminado para siempre no paraba de dar vueltas en su cabeza, como un gusano apestoso que iba envenenando todos aquellos momentos que fueron felices para ella. La peor pesadilla de todas.
Le dolía el pecho y apenas podía respirar. No pudo contener el torrente de lágrimas ni un segundo más. Su mirada seguía concentrada en el horizonte, que cada vez se iba haciendo más borroso. En un ligero parpadeo los lagrimones iban deslizándose suavemente por su rostro.

Cerró los ojos en un intento vano de disolverse en el aire y no volver a aparecer nunca más. Él no podía ni imaginarse lo que aquello le estaba doliendo, cuánto dolor podía soportar una persona. El hecho de que la persona a la que más amas y por la que tú creías que sentía lo mismo, te diga que ya no te quiere, que no eres más que una “amiga” para él, que hay otra que le da cosas que tú no puedes darle.

Ajeno a estos pensamientos infernales, él levanto una mano en ademán de secarle las lágrimas. Ella se apartó instintivamente, sabía que aquel contacto físico solo iba a escocer aún más la llaga de su corazón.

Al fin abrió los ojos, sin brillo alguno más que el acuoso propio de las lágrimas, estaban vacíos y destilaban un dolor inmenso. Dirigió la mirada, haciendo acopio de todas sus fuerzas, hacia él. Tenía que ver lo que sus palabras habían causado en ella. Tenía que ser responsable de sus actos.

-Sólo deseo que seas feliz. Pero por favor… no me olvides –su voz se quebró en la última palabra.
Respiró hondo.

-Te prometo que te quise. Un día te quise y fui feliz a tu lado.

Lo que más dolor le causaba era el hecho de que no podía odiarlo. Era imposible por más que lo intentaba. ¿Qué culpa tenía él de que su amor se acabase? No podía parar de echarse toda la culpa. No fui una buena novia.
Necesitaba llorar. Llorar y gritar muy alto. Tenía la esperanza de que así el dolor saldría antes. No sabía lo equivocada que estaba.

Y antes de que él pudiera reaccionar, salió corriendo entre la lluvia que disimulaba sus lágrimas y cruzó la calle sin mirar.

Un frenazo, un golpe seco y un reguero de sangre que puso fin a aquella tarde abruptamente.

Las campanas repicaron. Ya no había dolor.


martes, 17 de enero de 2012

Winter is Coming



Aha, The point is still the silence of your words
I listen to your more, I listen to you hiding far from the crowd,
in the middle of the cold.

The pont is still the silence of your voice,
I listen to you more, I listen to you crawling right from the door,
you don't even make a noise.

Take for the falling rain a hat.
Find another story to be told to your ears at night.

Oh my... I pray everynight, I was never this scared before,
I wonder where the dark keeps you awake for someone new.
Time is a friend of mine, but we always get into a fight
whenever your name is brought up, even for good.
take for the falling rain a hat.
Find another story to be told to your ears at night.


lunes, 2 de enero de 2012

Baltasar, aquel que todo lo ve.

Algunos lo llamaríais mirón, cotilla o simplemente maleducado. Pero yo sé que, bajo su apariencia de viejo rancio y descarado hay un pequeño ser de otro planeta, que viene aquí para aprender de nuestras costumbres.

Ahora os contaré su historia y de cómo lo conocí:

 "Este hombre, es un señor que siempre que pases, pases a la hora que pases está ahí, agazapado en su silla de plástico de los chinos, sentado en el reducido espacio de la entrada de su hogar. Con una expresión inmutable, no desvía la mirada ni un milímetro de la posición de su víctima. 
Siempre lleva la misma ropa, un jersey raído marrón oscuro, del que se puede averiguar el cuello de una camisa vieja gastada ya por tantos años de espionaje. Unos pantalones negros de los cuales todavía no tengo información del tejido, son sus favoritos para las largas mañanas de verano. Este hombre no conoce lo que es vulgarmente llamado por nosotros calor.
Cuando llega el invierno, sigue llevando el mismo atuendo, pero para no levantar sospechas, se pone una gorra azul marino (o negro, a veces me despista) para que haga como que le abriga. Pero a mí no me engaña.
El otro día me sorprendió con unas gafas de sol muy oscuras. Esto apunta a que parece que ha captado la idea de que hay ciertas personas que se sienten molestas cuando las miras fijamente. 
Intenta disimular para que nadie se de cuenta de que observa a la gente, pero el disimulo no es su punto fuerte. Creo que eso no se lo enseñaron en la escuela de espionaje de su planeta.
Durante largo tiempo nos hemos estado vigilando mutuamente. Él vive unas casas más abajo de la mía y desde que llegué aquí hace 6 años (o 7, ya no lo recuerdo) ha estado ahí, ojo avizor, y nunca, nunca se ha cambiado de ropa (sospecho que es su uniforme, o quizá es todo una ilusión óptica que nos hace ver, aunque realmente sea un pequeño enanito verde pistacho con un par de tentáculos que le salen de la cabeza, no sé, yo divago). Otro dato, que me hace sospechar aún más de su misterioso origen es que ahora, después de tanto tiempo, se ha levantado por primera vez, y se dedica a pasear calle arriba, calle abajo durante toda la mañana y toda la tarde. Supongo que así su campo de visión es más grande.
A eso de las 6 de la tarde, cuando se encuentra de buenas a las 7, se retira a su morada. Unos pueden decir que es porque está cansado, que es porque su mujer lo llama para que se tome la pastilla, pero yo sé que es para clasificar todo lo que ha ido descubriendo a lo largo del día. Lo clasifica todo en una estantería de metal, por fechas, por el color de pelo de las personas a las que observa, y por su número de pie. Lo lleva todo al día, porque es un meticuloso y bien entrenado soldado.


Esto es todo lo que yo he podido observar, pero... cuál es la verdad, cuál es su origen, por qué estoy escribiendo ahora mismo esto sobre este señor. Todas las preguntas tienen respuesta, menos la última, que es demasiado avergonzante.


Yo... yo realmente no sé. Yo sólo teorizo. Pero me juego el pellejo a que es, bueno, era un humilde siervo de tu patria, en un planeta lejano al nuestro, de una galaxia lejana a la nuestra. En fin, el tenía una bonita familia, su mujer, Strawce, sus hijos Lunndare, Mistranium, Risketo y el pequeño Ramdon. Él tenía una buena vida, sin mucho ajetreo, a excepción de lo domingos cuando tocaba colada, que con tanta familia se volvía algo realmente agotador.
Un buen día (o más bien, mal día), su superior, el coronel Trank le informó de que tenía una misión en un planeta que no es que estuviera precisamente a un paseo del suyo, y que debía quedarse ahí hasta que le volvieran a avisar. Con la promesa de un buen salario pentasual (porque claro, un mes suyo, son 5 nuestros), cogió sus maletas, se despidió de su familia y cogió el transbordador que más cerca le dejara de la Tierra."






Y esa es la historia de Baltasar.
¿Que si tiene que ver algo con el rey mago? Pues no lo sé, porque ni siquiera sé cuál es su verdadero nombre. Lo llamo así porque tiene cara de llamarse así.