lunes, 24 de octubre de 2011

Echar de menos a alguien que nunca conociste

¿Cómo es posible eso? ¿Cómo se puede echar de menos a alguien que nunca conociste?

Han sido innumerables las personas con las que me he cruzado por la calle, en la facultad, a las que he mirado de reojo al doblar una esquina, a las que he seguido con la mirada todo lo largo de una avenida, incluso a las que he visto por la tele o he leído algún comentario suyo en un foro y derivados.
Ha habido algo siempre en ellas que ha hecho que una pequeña parte de mí se enamore de ellas. Ya sea su forma de vestir, su forma de andar, el color de sus ojos, su irrevocable humor lacerante o simplemente un peinado extravagante.
Siempre me quedo con ese queseyoqueyoquesé dentro. Con esas ganas de "cómo será esa persona realmente" o "me gustaría tener un amigo/a como él/ella.
¿Estaré loca o habrá más gente que tenga estos mini-enamoramientos fugaces?
A veces me gusta imaginarme sus vidas, lo que dirían en tal o cual situación, cuáles son los motivos por los que están pasando justo a mi lado por la acera. Aunque evidentemente prefiero argumentos más originales como el de "ha bajado a comprar el pan" en el caso de que me encuentre a alguien caminando, o "descubrió esta página web porque un amigo se la recomendó" en el caso de que lea algo suyo en la web.
Es más divertido pensar que a esa muchacha que veo con rastas en pelo, mirarme un momento para luego seguir con su camino, es realmente la hija de un muchimillonario que ha renegado de una hija lesbiana y zurda que pasa las tardes estudiando filología clásica en vez de técnicas administrativas para seguir el legado familiar. Es evidentemente más interesante pensar que el chaval de la mochila roja es ese mismo usuario el cual escribió ese comentario tan ingenioso que lograba sacarle un punto cómico a esa noticia tan pesarosa del periódico.
Sí señor.

En lo más profundo de mi pequeño ego, hay una vocecita que se pregunta si alguna vez yo fui ese tipo de desconocida a la que echas de menos para alguien.

viernes, 14 de octubre de 2011

Días de lluvia

Antes de nada me gustaría decir que odio los días lluviosos, pero ahora mismo es una de esas cosas que un día no te gustaron pero ahora echas de menos.
Echo de menos salir a la calle y tener frío. Tener que ponerme la bufanda, los calcetines gorditos y peludos que me llegan por las rodillas para dormir, levantarme un sábado por la mañana entre mis cálidas sábanas suaves de invierno, mirar por la ventana y ver el cielo nublado con los árboles moviéndose de un lado a otro por efecto del viento.
Otoño, ¿por qué tardas tanto en llegar?

Ojalá las nubes llegue pronto.

martes, 11 de octubre de 2011

Sensaciones

Sensaciones hay muchas en el mundo, pero si me dieran a elegir una que perdurara para siempre, creo que elegiría la calidez de la música.
Ese momento cúlmen que sientes cuando escuchas una canción que te recuerda a alguien o a algo, que te transporta a lugares pasados en tu memoria y que hace recorrer un torbellino cálido por todos los poros de tu piel.
Esa canción que te anima y te consigue sacar una sonrisa aunque estés pasando un mal momento, esa otra canción que te recuerda a la persona más especial de tu vida, esa que consigue que vuelvas a los mejores momentos que has pasado en tu vida junto a tus amigos... Hay muchas canciones en el mundo pero a veces solo necesitamos una para ser felices.

Si hay algo de lo que me sienta orgullosa del ser humano, es ante todo, de la música.



A veces me pregunto qué sería de mi sin la música y del efecto que produce en mi. Lo reconozco, soy musicófila dependiente.