Caminábamos pausadamente para guardar fuerzas, ya que sabíamos que cualquier cosa podría acecharnos y de un momento a otro tendríamos que echar a correr.
No tardó mucho en llegar la oscuridad, dejando atrás el dulce cobijo de la luz (aunque fuera simple alumbrado público). Pasamos cerca de lo que parecían ser unas tierras baldías y muertas, cercadas por un alambre grueso y su correspondientes valla. Cada vez la luz se iba quedando más atrás y el viento ululaba suave. Las hojas secas rozaban el suelo y se metían entre nuestros pies.
Un ruido desconocido nos asaltó.
-¡Ay que ha sido eso! -dijo mi compañera de ojos grandes y pelo castaño.
-No sé -dije yo sinceramente.
-¿Y por qué tengo que estar yo aquí justo al lado de esto? Ponte tú -se quejó mientras me agarraba del brazo y me ponía al lado de los matorrales de los que había salido el ruido.
Seguimos andando por la oscuridad en silencio, solamente acompañadas del <<fiummm>> de los coches que pasaban a escasos metros de nosotras.
Otro ruido desconocido asaltó nuestros corazones, esta vez más cerca.
Nos apretamos la mano instintivamente.
-¿Qué es eso? Pon música por dios, pon música -me pidió mientras me miraba suplicante.
Cogí el móvil y puse una canción al azar.
De repente escuchamos feroces aullidos que provenían de la oscuridad más cercana.
Apretamos el paso.